FOTO: JUANA FRANCISCA JIMÉNEZ. |
El mar
despierta al escuchar el paso de los pescadores
y
aunque reinan las penumbras,
sabe
que la claridad del día, esta por llegar
y le
ganara una batalla más a la oscuridad.
El mar
espera que por encima del fuerte de San Miguel
aparezca
el astro rey, anunciando una victoria más,
y las
olas se quedan como siempre:
quietas,
tranquilas…
…esperando
el arribo de su amado,
pues
solo siendo amor lo que ellas sienten
se
explica la quietud del mar campechano,
se
comprende tanta tranquilidad, tanta sumisión.
Sí, deben
estar locamente enamoradas,
ya que
quedan por horas,
por
días incluso, en calma total,
acariciadas
cálidamente, durante el día,
por su
amado; el sol de Campeche
Quien
al igual que todos los campechanos,
tiene
un trato suave.
Y el
mar, aunque amado, es a veces muy tímido;
provinciano
al fin, con todos aquellos que nos visitan,
Y esa
timidez es también causa de inmovilidad,
calma
total, tanta que se torna un espejo
en el
cual el sol se refleja desde lo alto,
y de
ese modo,
hace su
diaria y acostumbrada visita,
tal y
como y si fuera un amante apasionado
y
prohibido, se sumerge, un momento,
Y
después, de manera casi furtiva,
Desaparece.
Y el
mar se queda solo,
esperando
que llegue el nuevo día,
sabiendo
que después la espera,
llegará
su recompensa.
Eric
Lenin Camejo Ocaña
Tomado
del BLOG Poemas del Alma: http://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-137728
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