martes, 13 de enero de 2015

Los amigos de la selva


En la selva viven muchos animales: unos grandes, otros chicos; unos feroces y otros nobles.  Precisamente esta historia hablará de uno, de una en especial:  una armadillita llamada Tita, noble, amistosa y muy valiente. 

Tita jugaba con las flores, con las mariposas y con infinidad de animalitos e insectos, que por su naturaleza animal debería comerse; pero ella era tan noble, tan  noble, tan noble que en una ocasión encontró un ave con el ala rota y la subió a un árbol para que no la dañaran otros animales.



Ella paseaba por toda la selva alegremente, hasta que un día encontró una zorra, y ella le saludó:

—Buenos días Sra. Zorra —dijo Tita— y la zorra le contestó asombrada al ver la nobleza de Tita:

—Pensé en devorarte, pero siento que eres buena —contestó la zorra, —nomás por tu nobleza serás mi amiga.

Y así eran sus días por esa extensa selva.


En una ocasión escuchó una voz en tono burlesco que le dijo:

—Tú eres muy amigable ¿verdad?

La voz provenía de lo alto de un árbol y era de un tucán

—Sí, sí lo soy —respondió Tita —¿quién eres?

—Yo soy Camilo, y te he estado observando. Veo que quieres que todos los animales seamos amigos. —dijo el tucán. Camilo era un tucán vanidoso, engreído y deshonesto. Tita le respondió

—Si, yo creo en la amistad, y creo que si todos somos amigos y nos respetamos, podemos vivir en armonía.

—¡Ja, ja, ja! —con una risa burlona respondió Camilo. —¿Tú crees que yo me le acercaré al lobo, al águila o al jaguar para que me coman?

Por eso Dios me dio alas y me hizo bello, ¡ve, mira mis colores!, ¿a poco no están bonitos? Y mi hermoso y grande pico; ¡si bajo me comen!!,  —exclamó Camilo con voz presumida.

Tita le respondió:

—Sí, sé que hay animales malos, pero la nobleza manda. Veme a mi, Dios me hizo con patas cortas, cola larga y un caparazón para protegerme, y hay veces que ni los uso, y paseo feliz por toooda la selva. 

Camilo, alardeando aún le respondió:

—Si fueras más grande y con alas, seguro me comerías.



Tras los arbustos observaba un jaguar mientras seguían platicando Tita y Camilo; él era Tacho, un felino optimista y generoso. Al  ver la actitud y nobleza de la armadillita, y lo vanidoso del tucán decidió darle a éste una lección.

 —¡Baja! —dice Tita—Camilo responde —¡No!

 De pronto se escuchó un fuerte rugido y con un gran estruendo subió Tacho en gran un salto hacia el árbol, atrapando con sus garras a Camilo, que se moría de miedo, y de otro salto bajó con él apresado.

Tita asombrada y asustada le dijo:

—¡No, no te lo comas! Por favor —Tacho le responde con voz de maldad (fingiendo ser malvado)—¿Porqué no me lo he de comer?

Tita con voz temblorosa y con un nudo en la garganta le responde:

—Porque él es mi amigo, por favor ¡déjalo!

Tacho le responde:

—Me lo comeré

Tita le contesta:

—No por favor no te lo comas…

Tacho sabiendo que Tita es capaz de todo por la amistad le dice:

—Entonces lo dejaré ir y te comeré a ti.

Tita nerviosa y decidida le dice:

—Sí, cómeme a mi.



Al ver que Tita ofrecía su vida por él Camilo entristeció. Sintió que toda su vanidad y deshonestidad era mala, la valentía de Tita lo estaba haciendo cambiar.

Entonces Camilo exclamó:

—No tienes por qué salvarme, ¡vete!

En ese momento Tacho lo soltó y dijo unas palabras dirigiéndose a Camilo:

—Escuché tus palabras y es no es bueno ser vanidoso y engreído.

—Y también te escuché a ti, —le dijo a Tita— eres valiente, noble y muy buena; y creo en ti y en la amistad. Yo también vivo en paz con los animales, respeto a los demás, y no haciéndolos menos, —mirando a Camilo con una voz retante.

—Sí tienes razón —dijo Camilo.

Tacho le respondió:

—Mira, veme, a mi Dios me dio garras y grandes colmillos  para defenderme y devorar a mis presas, ¡y soy  vegetariano!

   ¡Ja ja ja! —rieron los tres.



Y así comenzó una gran amistad, sumando nuevos amigos por toda la selva.



FIN.

Miguel Casillas Carrillo

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