jueves, 5 de marzo de 2015

Detrás de la máscara

Las máscaras de jade levantan un velo sobre la cosmogonía misteriosa 
de la cultura maya. Representan los rostros de la divinidad…


 

MÁSCARA funeraria y orejera. Calakmul, Campeche. Cultura maya.




Aquí estoy con la máscara cubriendo el rostro
para no espantarte, para que no salgas corriendo

¡cuán débiles son las carnes desgarradas,
como seda atrapada en espinos blancos!
Y sus hilos trémulos,
y la humedad de los ojos, buscan con ansias tu imagen,
y me aferro para no caer en el vacío, en el lóbrego agujero
que succiona mi esqueleto

y siento frío
y desespero
y la soledad corroe los pensamientos,
y la tristeza, ¡sí!, la tristeza adherida al aliento
empaña el espejo donde veo al espectro

las pesadillas asoman, el temblor acaricia los dedos

el viento viene a jugar
con el fantasma de los cabellos, jirones del alma
vuelan esquizofrénicos, vuelan y se retuercen: culebras
intoxicadas con su propio veneno
  
¿dónde están los cabos sueltos?

agitado el pecho convulsiona
y  lágrimas bañan el rostro
inundan los ojos que te buscan en el firmamento ficticio

una voz sofocada grita desde el interior
y las manos aladas tapan la boca
—es la conciencia que emerge de su grieta—
y exasperada clama:

¿sabes lo que es ser mujer y no poder serlo?

y la lucha infernal comienza
y la lucha terrenal no acaba

no reconozco lo que muestra el espejo
esos ojos hundidos, mustio el semblante,
la palidez de la muerte
y su alarido
y de pronto el corazón salta, en el cuerpo de otro,
y te leo de nuevo, te siento cercano,
eres el único que despavorido no huye,
el único que conoce la locura palmo a palmo

la luz apagada de los ojos te mira
y del corazón brotan pétalos negros
como la noche cubre con su manto la vida

la sombra luminosa del abrazo sale a tu encuentro
y quedo ahí fundida con el eco silencioso de tus palabras
con el arrullo mudo de un no se qué
que espero.


Ruth Ana López Calderón

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