Míralo, ahí va, siempre con su libro bajo
el brazo, elige la misma banca del parque, a la misma hora. Lápiz en mano acota palabras, elige frases,
las aprehende haciéndolas suyas. Luego al retirarse, notarás que al caminar
pequeñas letras le siguen flotando, formando un halo con tipos, sí esas letras serif y
sanserif, matizadas en cursivas con signos
de admiración, comillas y corchetes. Va
saludando a otros a su paso, tocando sus vidas, marcándolos como lo han hecho
con él sus libros... subrayándolos con esa
tinta que no se borra: el conocimiento convertido en sabiduría.
MP
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