miércoles, 18 de febrero de 2015

La Bruja del Morro (Leyenda Campechena)

Seybaplaya es un puerto de pesca, industrial y comercial , en el estado de Campeche, México. La población se asienta en la porción norte de la pequeña bahía limitada al sur por Punta Sihoplaya y al norte por Punta Seybaplaya. Aún más hacia el norte, a unos 3 km, se puede encontrar Punta del Morro.


Cuenta la historia que en Los Morros de Seybaplaya Campeche, existen unas cavernas donde rebotan las olas del mar. En esta zona los pescadores no pueden pasar con sus embarcaciones pues son arrastrados y los que caen en esta trampa jamás aparecen. Esto tiene una explicación supersticiosa y muy comentada por los pobladores.
Resulta que hace mucho tiempo en este poblado de Seybaplaya (Los Morros), la comunidad que lo habitaba notaba que de la noche a la mañana familias enteras simplemente desaparecían del poblado. Al principio como todo no era tan extraño que la gente emigrara en búsqueda de trabajo, pero en este poblado la desaparición de familias era muy marcada.  Los lugareños notaron que estos iban desapareciendo en forma consecutiva de casa en casa, lo que alarmó a los habitantes quienes decidieron contratar a un hechicero para que descifrara el misterio.
El fulano, muy reconocido por dominar la magia blanca en pro de la comunidad, y después de varios días reunió a todos en el pueblo  para notificar de su trabajo:  sorprendió a los pueblerinos cuando éste les dijo que las familias que desaparecían sin dejar rastro habían sido  visitadas por un ser maligno con apariencia humana, y habían sido devorados. Sin embargo el hechicero no era capaz de atraparlo sino hasta el momento en que el monstruo estuviera engullendo a sus víctimas, ya que era el único momento en que se despojaba de su apariencia externa.
El experto brujo ideó un plan: sería expuesta la familia que en el orden cronológico tocaba ser atacada. Desde ese momento el brujo  se incorporaría a la casa como un miembro más de la familia. El pueblo continuaría su vida rutinaria.
 

Uno de esos días llegó a la puerta de la vivienda una viejecilla inofensiva y de mirada triste pidiendo posada, argumentando que estaba de paso por el pueblo y que no tenía dónde pasar la noche. La familia al ver sus rasgos y la desprotección acepto gustosa ayudar  a la anciana, sin sospechar que esa noche corrían un gran peligro. Astutamente el hechicero no muy convencido de aquella aparente mujer desvalida, se preparó sin avisar a la familia para no alertarlos.  La viejecita apacible tomó coincidentemente el jacal exactamente a la salida de la puerta trasera que llevaba al baño de la humilde casa; pasada la media noche el hechicero notó que uno a uno los miembros de la familia iban saliendo a la parte posterior de la casa y veía en sus rostros síntomas muy típicos de un dolor de estómago que los llevaba directo a las letrinas que se encontraban en el patio. Coincidentemente lugar muy cercano donde reposaba la viejilla.

Preparó entonces  sus herramientas de trabajo. Sorpresa se llevó cuando al acercarse al lugar donde reposaba la huésped sólo encontró un bulto de pellejo. Inmediatamente lo tomó y lo cubrió de sal por dentro, acto seguido juntó una gran cantidad de bejucos a los que vertió agua bendita orando y rezando. Corrió sigilosamente al baño y encontró a un animal con forma demoníaca con la boca abierta más grande que la de un ser humano y en donde ya tenía engullido a un miembro de la familia. Sin darle tiempo alguno a la bestia, la envolvió con las ramas antes preparadas y le echó un conjuro. Las ramas inmediatamente se convirtieron en cadenas atrapando a aquel ser malévolo sin que pudiese escapar.

Los habitantes del pueblo llevaron a encerrar a la Vieja Ishawuu precisamente en Los Morros de Seybaplaya, Campeche; que cuando sube la marea se inundan por completo, de este modo la bestia se ahogó encadenada a un conjuro, no sin antes lanzar un grito de amenaza de que regresaría a vengarse.
Dice la leyenda que el conjuro del hechicero sólo fue por 300 años y que en estos tiempos se cumplirá el plazo… ¿Verdad o mentira?, eso sólo el tiempo lo dirá. Comentan los lugareños que en temporada de nortes se escuchan gritos que se confunden con el zarpazo de las olas del mar, al rebotar en estas cavernas.
Los más jóvenes sólo atinan a decir —¡¡El Morro esta enojado!!, y  cuando el Morro ruge, es que clama la vida de alguien. También aseguran que cuando la marea baja se dejan ver en el fondo de la caverna utensilios de piedra.

TOMADO DEL BLOG:  http://pamundocangriar.blogspot.mx/

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